jueves, 28 de febrero de 2013

TURQUÍA


Turquía había sido un destino revelador...a veces, las verdades sólo nos son presentes cuando un olor cautivador nos trae a la memoria quiénes somos. Siempre había tenido otro ser dentro de mí, y allí, entre aromas y colores, se mostró.  Estambul…el mismo nombre de la ciudad ya es enigmático, nos hace pensar en aquellas historias que nos contaban antaño, llenas de magnetismo.  Estambul… ciudad de ensueño. 

Cuando entré por primera vez a la Mezquita azul, sentí una presión en el pecho. Algo estaba cambiando. Si te sientas en el suelo a modo de rezo y cierras los ojos, puedes  oír el murmullo de la gente en principio, y luego, silenciosamente, puedes sentir sus olores, su halo… y en horas puntuales, la voz del rezo entra dentro de ti.  Me gusta estar predispuesta a todas estas sensaciones, y creo, que eso es vivir, sentir perceptiblemente todo lo que te rodea.

 La visita de un hamman es obligatoria en Estambul, creo que es  una de las experiencias más cautivadoras que se puede experimentar.  Tu cuerpo se estremece ante el calor y el inmediato frío, el tacto no posado de los masajistas fuertes y excelsos, la sensación de dejarte ir, ir y quedarte.

 Los extremos, el frenesí, la inquietud de ser amado y amar. Al menos una vez en la vida hemos de vivir ante el peligro de amar. Creo que todo ello me dispuso para poder conocerte.

2 comentarios:

  1. ..y la gente, la vida, las calles o sus mercados. Estambul es brillante en sus mezquitas, pero también vibrante, como vibran las personas que en ella habitan.

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  2. Ellas hacen vibrar todas las edificaciones con la exhalación de su singularidad; necesitas, un momento, pararte a oler, a saborear, a ver...antes de que tu cuerpo deje de temblar

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